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Necrópolis Cuyacabras

Quintanar de la Sierra

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Necrópolis Cuyacabras

«El día del juicio final se anunciará con la séptima trompeta que suene al amanecer»

Cuyacabras es una de las mayores y más importantes necrópolis de la Península Ibérica. 183 sepunturas y16 nichos forman, en este promontorio rocoso, uno de los enclaves más destacados de Quintanar de la Sierra. A unos 3.5 kilómetros del municipio, los estudios arqueológicos de este paraje vincula el despoblado de Cuyacabras con una aldea denominada «Villa Godomar».

Perteneciente a las Necrópolis del Alto Arlanza, y datado del S.IX, formaría parte de aquellos pueblos cuyos habitantes dejarían excabada en la roca su memoria.

Una de las maravillas arqueológicas más exquisitas que Quintanar ofrece al turista es esta necrópolis, que se ha catalogado como excepcional y única en España. En la Alta Edad Media los repobladores se establecieron por estos parajes formando núcleos de población; aquí vivieron y murieron, y aquí dejaron un sorprendente patrimonio cultural. Se han perdido sus frágiles viviendas, pero su necrópolis (la ciudad de los muertos) aún perdura.

La Iglesia

Un pasaje ascendente por entremedio del cementerio y una escalinata de ocho escalones permiten salvar el desnivel hasta el edificio religioso. El perímetro de dicha construcción aparece claramente impreso sobre la plataforma. Las improntas sobre la roca atestiguan que la pequeña iglesia del lugar presentaba una sencilla planta rectangular, a modo de aula de unos 9 por 4 metros. Dicha construcción dispuso en origen de una cubierta de losas a doble vertiente, con una fábrica de sillares rectangulares y una única puerta de acceso sobre el muro meridional.

Sin embargo, la uniformidad de la construcción solo es aparente, ya que la cabecera del templo o presbiterio,situado a levante, debió aparecer bien diferenciada tanto al exterior como al interior del edificio. El presbiterio, que aparece ligeramente sobreelevado respecto al nivel de la nave, contó en origen con una pared central o cierre, consistente en dos cancelas que resguardaba el santuario del espacio reservado a los fieles, reforzando la presencia de un posible arco triunfal.

El primitivo edificio sería reconstruido parcialmente en fecha indeterminada. La nueva construcción siguió en líneas generales el trazado inicial, aunque amplió la capacidad del edificio avanzando la fachada meridional. El cuerpo constructivo se unificó y la antigua diferenciación arquitectónica adecuada al rito mozárabe, parece haber dejado paso a un único ámbito constructivo. La traslación del altar sobre la zona central del presbiterio  y la construcción de un pórtico sobre la fachada principal remodelaron definitivamente el espacio litúrgico.

La Necrópolis

Un extenso cementerio, de 183 sepulturas documentadas, se extiende alrededor de la iglesia y abarca los sectores adyacentes más prominentes. Dichos enterramientos, que no proporcionaron ningún resto humano, corresponden al núcleo primitivo de la necrópolis que debemos datar entre el siglo IX y primera mitad del siglo XI. La mayor parte de los testimonios pertenecen a inhumaciones excavadas en la roca, aunque también se registran sepulturas de lajas en forma de cista y un peculiar tipo de nicho lateral. El cementerio debió contar, además, con un número mayor de enterramientos correspondientes a las fases de utilización más tardías del recinto que hoy de ese género documentada en Alto Arlanza.

Las sepulturas excavadas en la roca corresponden a tres categorías básicas: las formas y variantes del tipo «bañera» (54%), las formas de tipo antropomorfo (37%) y los nicho laterales (7%). Entre las tumbas antropomorfas predominan las formas de cabecera redondeada y en arco de herradura, mientras que entre las de «bañera» son mayoritarias de las de forma elíptica.

Las tumbas, que fueron selladas con cubiertas preferentemente monolíticas, se orientan, salvo alguna excepción, de forma invariable en dirección a poniente. La disposición no era casual. El difunto, enterrado en posición decúbito supino, descansa a la espera de la resurrección de los muertos. Al son de la trompeta del último día, los difuntos serán llamados ante el tribunal divino que se manifestará en todo su esplendor desde Oriente.

El poblado

Este asentamiento, que constituye un buen ejemplo del tipo de aldeas que poblaron densamente las tierras del Arlanza en época altomedieval, sería abandonado como hábitat estable a mediados del silo XIII. A pesar de la reducida información disponible, habremos de convenir que se trata de un núcleo habitado, agrupado y permanente que reúne a diversas familias campesinas dedicadas a la explotación del territorio circundante. Las unidades familiares de esta comunidad de aldea, que pudieron mantener una dificultosa agricultura de subsistencia, debieron dedicarse preferentemente a la explotación ganadera, complementada con el aprovechamiento colectivo de las zonas de bosque y de sus recursos naturales.